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Dismorfia del 'selfie': la obsesión por parecerse a tu foto con filtros a golpe de cirugía
Por: Doctor Ángel Juárez | 16.07.2021 | Prensa

Dismorfia del 'selfie': la obsesión por parecerse a tu foto con filtros a golpe de cirugía

FUENTE: Elmundo.es

"Juventud, divino tesoro", recitaba el poeta con nostalgia. Hay una cierta idea romántica sobre esta etapa de la vida, pero lo cierto es que no es fácil ser joven. A todos los cambios que se producen en la transición a la edad adulta se suma el contexto de los cambios frenéticos de una sociedad de la inmediatez. Con lo que nadie contaba, además, era con una pandemia que les ha puesto aún más difícil lo que ellos más necesitan: la socialización con sus pares.

Diversos estudios señalan que los jóvenes han sido los más vulnerables al confinamiento, más afectados por ansiedad, depresión o aislamiento que las personas mayores, en contra de lo que pueda parecer. Las urgencias psiquiátricas en la población infanto-juvenil se han incrementado un 50% desde otoño en España, según la Asociación Española de Pediatría (AEP).

"La única ventana al mundo y con sus iguales que han tenido los jóvenes durante el confinamiento ha sido en redes sociales. Pero en las redes sociales lo que recibimos constantemente es una imagen adulterada. Cuando uno consulta Facebook o redes especialmente como Instagram, lo que uno se encuentra es gente muy feliz, muy guapa y pasándolo bien todo el rato. La imagen pública que se proyecta en redes sociales está trucada, nadie pone una imagen que no está retocada o recortada de alguna forma y uno muestra lo que desea mostrar en la manera en que desea mostrarlo. Los adultos con cierto desarrollo ya emocional o los adultos más maduros entienden esto, lo saben, pero en adolescentes y jóvenes tiene sus repercusiones", explica Pablo Rodríguez López, psicólogo clínico del Hospital Fundación Alcorcón.

Entre esas repercusiones, que según Rodríguez han aumentado en las consultas, destacan los trastornos de conducta alimentaria (TCA), como la anorexia y la bulimia nerviosa, y el trastorno dismórfico corporal. "Este cuadro consiste en una autopercepción distorsionada de tu propia imagen, en algunos casos de forma muy grave. Los pacientes perciben un defecto físico -normalmente es en la cara aunque puede ser en otra parte del cuerpo- que no es percibido o es percibido de manera muy tenue por los demás, pero la persona lo percibe de forma monstruosa. La imagen está muy distorsionada hasta el punto de que se focaliza muchísimo la atención en ese aspecto supuestamente deforme y se pierde la referencia gestáltica, es decir, la persona en el espejo no se percibe como un rostro completo sino como un 'desperfecto' y luego va todo lo demás".

Tuvo que venir el marketing y EEUU, como suele ser habitual, a ponerle un nombre más comercial: dismorfia del selfie (también dismorfia de Snapchat). "Se acuñó en EEUU hace tres o cuatro años para definir a un grupo de personas que de alguna manera tienen una alteración o una distorsión de su propia imagen. Esto es algo que ya existe de siempre, pero con el tema de los selfies y las redes sociales se ha hecho más visible: alguien que se ve algún pequeño defecto y lo ve como una alteración gravísima, incluso le causa muchísima ansiedad", indica Ángel Juárez, jefe de Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Universitario La Zarzuela de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).

El trastorno dismórfico corporal está descrito como dismorfofobia desde el siglo XIX por un psiquiatra italiano. "Es un trastorno que entra dentro del espectro obsesivo-compulsivo, dentro de esa gran familia de las obsesiones, pero es una especificación de ese espectro. Ese cuadro es bien conocido por nosotros pero está muy infradiagnosticado porque los pacientes no lo perciben como un trastorno mental, sino como un trastorno físico y, por tanto, van al médico, no al psicólogo. Además, les da mucha vergüenza hablar de esto normalmente", añade Rodríguez López.

"Las consultas de cirugía plástica eran un sitio donde este tipo de pacientes iban un poco a exponer sus defectos. Nosotros operamos alteraciones de la normalidad, alteraciones físicas, malformaciones congénitas, secuelas de traumatismos... pero estas personas de alguna manera acudían a los cirujanos plásticos pidiendo que se les cambiaran determinadas características que a veces no sé si eran grandes defectos. En los últimos 10 años han aumentado en las consultas de manera exponencial, muchísimas consultas", subraya Juárez.

Según el cirujano plástico, se estima que alrededor del 1,5-2% de la población en España podría padecer este trastorno y en las consultas de cirujanos plásticos, médicos estéticos y dermatólogos el porcentaje de los pacientes que acuden puede llegar al 10%.

¿A quién afecta más?

Hace unos años este trastorno era más habitual en personas de edad mediana, 40-45 años, y era más frecuente en hombres. "Era el típico hombre que iba solo a la consulta, con una alteración pequeñísima a la que daba una importancia enorme, que a lo mejor ya se había operado de otras cosas, algo que ya nos tiene que hacer sospechar: se ha operado de varias cosas, no está contento con ninguna y luego nos plantea otra más", indica el doctor Juárez.

¿Tiene que ver con lo que suele llamarse crisis de la mediana edad? "Bueno, hay un acrónimo que definía a este tipo de paciente, que hoy en día es poco válido: SIMON. Las letras en inglés corresponden a soltero, inmaduro, materialista, obsesionado y narcisista. Es verdad que con el tiempo todavía sigue habiendo este tipo de pacientes, pero ahora se ha generalizado mucho más. En los últimos años el rango de edad se ha adelantado y se produce más en las personas que usan las redes sociales, que son los que están alrededor de los 30 años. En las consultas es el rango de edad que más vemos", recalca el cirujano plástico. Es decir, gran parte de los millenials, una generación digital e hiperconectada.

¿Y los menores con este trastorno que se han incrementado en las consultas de psicología? "Sí, llegan, pero no es tan frecuente como a veces se plantea, las consultas de cirugía plástica no están llenas de menores. A veces llegan jóvenes de 16-14 años con unos complejos importantes. Es verdad que hay malformaciones que pueden ser tratadas antes de la mayoría de edad como se han tratado siempre, o sea, unas orejas enormes o unas mamas gigantescas en niñas que están en la pubertad, pero por lo general tratamos de explicarles que es mejor esperar y verlo más adelante".

Hay casos famosos, recuerden a Michael Jackson. Y todas esas personas que han saltado a los medios de comunicación por someterse a decenas de cirugías para parecerse, por ejemplo, a Barbie (o Ken) o al famoso de turno. Pero en la actualidad, ya no aspiramos a tener los labios de Angelina Jolie o la nariz de Natalie Portman. Ahora queremos parecernos a nuestra foto con filtros (de ahí, lo de dismorfia del selfie). "No te ves bien en una foto y le pones un filtro que hace que te veas mejor y es así como quieres transmitir tu imagen a los demás. Al final eso ha llegado a convertirse incluso en una obsesión, en querer parecerte a ese filtro que haces tú de ti mismo", describe Juárez. No es una mejor versión de nosotros mismos. Es una versión imposible.

En ese sentido, el doctor Juárez señala que a veces "sí piden cosas poco posibles, como cambiar la orientación de unos ojos o cosas extrañas. Incluso he tenido casos que llevan álbumes de fotos con sus propios filtros con cruces y subrayados 'esto sí, esto no'. Al final eso no hay quien lo asuma. Pero sí hay un punto intermedio, a veces la gente viene con una nariz que le gusta o unas mamas, te enseñan la foto de una famosa en bikini y eso nos ayuda a nosotros a saber qué les gusta y si sus expectativas son realistas". Pero el cirujano asegura que no es tan frecuente que lleguen con ese muestrario de filtros "porque eso es motivo ya para sospechar y que no lleguen a la segunda consulta. Antes de pasar por quirófano tenemos varias consultas con los pacientes para conocerlos y valorar".

"Muchas veces se mezclan las cosas, ni todo son dismorfias ni todo son mejorías estéticas, muchas veces se mezclan y ahí estamos nosotros para intentar distinguirlo, intentarlo porque a veces se pueden colar esos pacientes. Nosotros estamos también para ayudar a superar complejos: una nariz enorme, unos signos de envejecimiento... la cirugía estética bien indicada ayuda mucho a la gente, es una realidad, lo que pasa es que ese momento de la primera entrevista ya tenemos que valorar si el paciente nos está pidiendo algo porque puede estar realmente acomplejado o hay un trastorno", comenta Juárez.

De todas formas, el cirujano plástico subraya que "el ojo humano es mucho más amable que la fotografía. Salvo casos puntuales de personas muy fotogénicas, nos vemos peor en las fotos. Y ya no digo los selfies, que se hacen a una distancia de 25 centímetros o que se hacen con 20 sombras. Esas fotos que salen horribles (antes de aplicar filtros) no son nada representativas de la realidad, de la imagen que tenemos. A la misma distancia que ves una cara haces una foto y es mucho más agradable la imagen que te transmite el ojo que la que te transmite la cámara".

Cuando esos complejos de toda la vida se llevan al extremo y afectan a la funcionalidad nos encontramos ante un trastorno. "Por ejemplo, personas que rechazan la interacción social porque tienen la sensación de que los miran, se ríen o incluso comentan. En casos más graves pueden aparecer ideas delirantes de que los demás están pendientes de ese defecto. Uno puede tener un complejo pero si funciona en el trabajo, a nivel familiar, de pareja, si tiene tiempo libre, disfruta, entra, ríe, sale... ahí no hay trastorno mental. El problema es cuando esto delimita lo que haces o lo que puedes llegar a ser como persona. Ahí es donde existe el trastorno mental, independientemente de si el defecto físico es más o menos objetivo", aclara Rodríguez.

Subtipos de trastorno de dismorfia corporal

La literatura científica habla de dos subtipos interesantes de trastorno de dismorfia corporal. Por un lado, la dismorfia muscular que ocurre casi exclusivamente en hombres. Estos pueden tener un físico grande y tonificado, pero creen falsamente que son pequeños y están fuera de forma. Hay una obsesión por el ejercicio excesivo, especialmente por el levantamiento de pesas. También es común el uso de esteroides anabólicos y otros fármacos que mejoran el rendimiento. A menudo hay un horario de alimentación rígido donde la ingesta calórica se controla de cerca y pueden usar capas adicionales de ropa para parecer más grandes. La autoestima a menudo se basa en el físico.

El otro subtipo, más raro, es el trastorno de dismorfia corporal por proximidad, en el que el paciente se obsesiona con las imperfecciones percibidas en la apariencia de otra persona. A menudo hay antecedentes personales de trastorno de dismorfia corporal o trastorno obsesivo compulsivo (TOC). La obsesión suele ser con la pareja, un progenitor, hijo o hermano. Pero la obsesión también puede ocurrir con un completo extraño. La persona intenta comprobar, mejorar u ocultar el defecto percibido de la otra persona. Estas obsesiones pueden durar horas todos los días.

Otros riesgos psicológicos

"Normalmente encontramos el trastorno dismórfico corporal de forma comórbida con depresión o con estrés postraumático. Cuando se presenta con depresión estamos hablando en muchos casos de ideas autolíticas, de suicidio: una de cada cuatro personas con este cuadro alguna vez ha intentado quitarse la vida o hacerse daño de alguna forma, es decir, un 25%. Es un cuadro que puede llegar a ser muy grave y que pasa desapercibido a la atención pública, sobre todo por la vergüenza que sienten muchas veces los pacientes a la hora de hablar de lo que les pasa", apunta el psicólogo.

Tanto Juárez como Rodríguez coinciden en que este tipo de paciente casi nunca se queda satisfecho tras recibir algún tipo de intervención, "por eso lo importante es distinguirlos y no llegar a operarles", hace hincapié el cirujano plástico. "Me consta que es verdad, los médicos que se dedican a esto están muy atentos a estos pacientes porque saben que hagan lo que hagan no van a quedar satisfechos. Con todo, en un estudio de 2017 con 600 personas que iban a consulta de cirugía plástica a las que se hizo un cuestionario se vio que uno de cada 10 tenían el trastorno de dismorfia corporal y los cirujanos solo descubrieron al 5%", agrega el psicólogo clínico.

"Tras la intervención los pacientes tienen una sensación de extrañeza con su propio cuerpo, de haber quedado peor y 'necesitar' más intervenciones, lo que les hace entrar en una dinámica de más consultas, buscar en otras ciudades, etc. Esa dinámica autodestructiva les puede llevar al trastorno depresivo. Las intervenciones más radicales pueden conllevar una sintomatología postraumática, es decir, ya no solo tienen la dismorfia, los síntomas depresivos y el aislamiento social, sino que aparte tienen la experiencia de que han vivido un trauma después de una intervención no satisfactoria", indica el psicólogo.

"Todo ello se debe a la relación muy especial que tienen con su propia imagen y con el espejo, delante del cual pueden pasarse horas. Tienen una relación patológica con el espejo, buscan una respuesta y el espejo no solo no les devuelve la respuesta que ellos quieren, sino que la que les devuelve es horrible", recalca Rodríguez López. ¿A qué les suena?... Espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bella del reino? Si la malvada reina de Blancanieves viviera en esta época, sería la reina del selfie e iría a la consulta del doctor Juárez con un álbum lleno de filtros de Instagram.

Cirugías más solicitadas y postoperatorio

Las intervenciones que más se demandan derivadas de esta dismorfia del selfie son rinoplastias, para afinar la nariz, los caballetes; el aumento de labios; y la extirpación de las bolas de Bichat (bichectomía), que son unos acúmulos de grasa, "como dos nueces o un poco más pequeñas, que hay en la parte de la mejilla, entre el pómulo y la comisura del labio", para afinar la cara, según explica Juárez.

"El postoperatorio depende un poco del tipo de intervención. Hay cirugías como las orejas que el resultado es prácticamente inmediato, es ponerlas en su sitio y al día siguiente te las ves hinchadas pero en tu sitio. La nariz a los 8 o 10 días ya se ve un cambio en la forma porque se pone una férula y cuando se quita ya se ve ese cambio. Lo que sí es cierto es que la nariz puede pasar un año o un año y medio hasta que prácticamente acaba definida por completo porque la piel de la nariz se hincha y tiende a acumular inflamación durante un tiempo. Afinar una cara, 1-2 meses. Y la cirugía del lifting de rejuvenecimiento facial, para verse cómodo tienen que pasar seis meses más o menos. Eso hablando de cirugías faciales, luego de cirugías corporales cada una tiene sus tiempos, pero sí es cierto que cada vez que se hace una intervención, por pequeña que sea, hay que tomarse unos días para nosotros, para no tener una responsabilidad o un ejercicio físico o algo, y cuidarnos", indica el doctor Juárez.



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